El terremoto de Aiquile, Totora y Mizque

Magnitud 6.6 en escala de Richter

A las 12.36 de la madrugada del viernes 22 de mayo se produjo un colosal movimiento de rocas en la corteza terrestre, 40 kilómetros bajo la superficie de la región sur del departamento de Cochabamba, con epicentro 50 kilómetros al nor-oeste de Aiquile, entre las localidades de Chujllas y Totora.

El hecho, generado por el choque interior de placas tectónicas, liberó dentro de la tierra más energía que las producidas por 10 mil bombas atómicas como las lanzadas en la segunda guerra mundial, provocando fisuras en la tierra de hasta 1.75 metros de profundidad. El primer sismo tuvo una magnitud de 5.9 grados de la escala de Richter. 13 minutos más tarde, a las 12.49, la tierra volvió a temblar, esta vez con un terremoto de 6.6 grados, el más fuerte de la historia boliviana.

En los municipios de Aiquile y Totora, del Valle Alto cochabambino, donde unas 40.000 personas se encontraban descansando en sus casas, el sismo provocó muerte y desolación. Los movimientos telúricos produjeron, en medio de la noche, la muerte inmediata de unas 60 personas. Otras cinco morirían en las siguientes horas a causa de sus heridas o por falta de atención. 49 personas resultaron heridas, aunque decenas más sufrieron contusiones.

La localidad más afectada fue Aiquile, que, antes de la tragedia, tenía 1.130 casas, de las que 520 resultaron destruidas por el sismo y luego derribadas completamente por tractores y retroexcavadoras. Mizque también sintió el temblor. Un 90 por ciento de sus casas fue dañado, con un tercio del total que debe ser derribado.

El Presidente boliviano, general Hugo Banzer Suárez, tuvo el primer parte del terremoto en la madrugada, cuando lo despertó una llamada de su Ministro de Defensa, Fernando Kieffer. En ese momento, sin embargo, no se conocía todavía la real magnitud de la tragedia. Unas horas más tarde, el Presidente suspendió la reunión de gabinete prevista para ese día y anunció que viajaría a Aiquile. Entonces se sabía solamente de la existencia de dos muertos; Banzer, sin embargo, temía que el desastre fuera mayor. Antes de partir, Banzer anunció a las autoridades de Chuquisaca que no viajaría para participar en los actos de homenaje a la efeméride departamental, considerando la emergencia.

En Sucre, el prefecto y el alcalde, en una reunión de evaluación, decidieron suspender las celebraciones. El 25 de mayo, tres días después de la tragedia, y a 189 años del primer grito libertario de América, los sucrenses asistieron sólo a una misa, en la que rezaron por los muertos del terremoto. Antes que ellos, la embajadora argentina había suspendido a última hora un cóctel que debía realizarse en homenaje a la independencia de su país. Los cinco mil dólares que pensaba gastar en el agasajo fueron enviados a Defensa Civil.

No pensó lo mismo la asociación de conjuntos folclóricos de la entrada del Gran Poder. Pese a los pedidos de la población para que la fiesta sea suspendida hasta el próximo año, sus organizadores sólo la pospusieron hasta el 4 de julio próximo.

Banzer sobrevoló el viernes la zona afectada en helicóptero, acompañado por Kieffer y el Prefecto de Cochabamba, Johnny Ferrel. También recorrió las calles de Aiquile, con el rostro afectado por la impresión. Ayudó a algunos de los damnificados y prometió más apoyo. Para entonces ya se sabía que los fallecidos sobrepasaban el medio centenar. Esa tarde, al retornar a La Paz, convocó a todos sus ministros para el día siguiente.

La ayuda empezó a llegar a las zonas afectadas la misma mañana del viernes. 17 aviones, 60 paracaidistas y decenas de soldados, policías, médicos, enfermeros y diverso personal de apoyo se dirigieron a las localidades damnificadas, especialmente Aiquile.

Toda la zona seguía temblando, lo que provocó temor e inseguridad. 1.200 réplicas se sintieron en los primeros días, diez de las cuales superaron los 5.0 grados en la escala de Richter.

El sábado 23, el Presidente y sus ministros aprobaron la declaratoria de “zona de desastre” a las provincias Carrasco (capital Totora), Campero (capital Aiquile) y Mizque (capital Mizque) y duelo nacional de tres días. El Ministro de Hacienda, Edgar Millares, les informó a sus colegas que se habían dispuesto 30 millones de bolivianos de uso inmediato para los damnificados, tomados de la partida “gastos de emergencia” del Presupuesto General de la Nación.

El Presidente anunció que al día siguiente participaría en una misa de campaña en Aiquile y que consideraba importante que sus ministros fueran con él. Y mientras el Jefe de Estado y su gabinete recibían en La Paz el informe pormenorizado de la situación en Aiquile y Totora por parte del ministro Kieffer, los aiquileños enterraban a sus muertos. Algunos usaron las veredas para velar a sus seres queridos, mientras otros prefirieron los salones de una de las escuelas de la localidad. Obviamente, nunca se habían producido en el cementerio tantas Inhumaciones en un día. 41 cuerpos fueron sepultados ante la congoja de sus familiares y amigos. Si no hubiera sido por el envío de ataúdes, éstos hubieran faltado en el pueblo. Justamente, el avión CP607 de la FAB, un DC-3 del año 42, con diez personas a bordo y llevando féretros, se salió de la pista de Aiquile en el momento de aterrizar y chocó contra unos matorrales, causando temor a sus ocupantes, aunque ningún daño personal. No sería el único accidente. El lunes 25, un Cessna sufrió el freno imprevisto del tren delantero, lo que provocó el vuelco del avión pero ninguna lesión a sus dos ocupantes.

El Presidente peruano, Alberto Fujimori, llegó el sábado 23 en la noche a Cochabamba, donde se reunió con su colega boliviano. Fujimori trajo consigo un helicóptero -que donó al país- con 1.8 toneladas de vituallas y víveres, y un contingente de 30 periodistas, para que documenten los acontecimientos.

Ambos presidentes viajaron a Aiquile el domingo. A la misa anunciada por Banzer se sumaba el mandatario peruano. “Vamos a reconstruir Aiquile”, les dijo Fujimori a los entristecidos pobladores de Aiquile. “Mi país tiene experiencia en este tipo de situaciones y no los dejaremos solos”. Junto a su colega boliviano y a todos los ministros del gabinete participó de la misa, para luego recorrer las calles e involucrarse en la organización de la ayuda. Banzer anunció que el gobierno daría todo su respaldo para reconstruir el pueblo.

Fuente. Terremoto. La noche más larga. Reportaje de Raul Peñaranda U.