A finales del siglo XVIII, Francia era la monarquía más poderosa de Europa. Su economía progresaba y tenía una enorme influencia política, diplomática y cultural en el resto del continente. Luis XIV había tenido éxito en poner límite a las ambiciones de la aristocracia y logró un manejo más racionalizado del gobierno. Sin embargo, su hijo, Luis XV, era menos competente y durante su reinado y el de su sucesor, Luis XVI, la aristocracia monopolizó los altos cargos en la administración y la Iglesia.
Su presencia frenó los proyectos de reformas administrativas y económicas que podrían haber vulnerado sus privilegios, pero que eran necesarios para el desarrollo del comercio y la agricultura.
-Los Parlamentos retomaron el rol que habían perdido durante el gobierno de Luis XIV y se perpetuaron como el medio de expresión de las aspiraciones de la aristocracia, debilitando con ello el poder de la monarquía.
-La aristocracia se obstinaba en defender sus prerrogativas. La nobleza se había empobrecido, aun cuando una pequeña parte era extremadamente rica. En conformidad, sus privilegios, tales como el cobro de impuestos o el derecho a ocupar un cargo en la administración, le permitían sobrevivir económicamente.
-La burguesía reclamaba una mejor organización de la administración y una política económica que destrabara el progreso del comercio y la industria. Junto con los campesinos, aspiraban a una reducción del número de impuestos y a una racionalización del sistema fiscal.
Tanto Luis XV, como su hijo, Luis XVI, nombraron buenos ministros que, contagiados con las ideas de la Ilustración, propusieron políticas cuyo objetivo era modernizar el Estado. Sin embargo, la aristocracia se opuso y trabó dichas medidas, despertando la indignación de la burguesía. Un buen ejemplo es lo sucedido con Turgot, ministro de Luis XVI, que impulsó una serie de reformas dirigidas a la modernización del Estado:
-Explotar más eficazmente la tierra.
-Liberalizar el comercio.
-Mejorar la eficiencia de la administración.
-Poner fin a las trabas e iniquidades sociales que obstaculizaban el desarrollo de Francia.
-Una política fiscal más racional e igualitaria.
Sus medidas se enfrentaron a la tenaz oposición de la aristocracia y Luis XVI consintió en apartarlo del gobierno. Su salida demostró que la nobleza nunca permitiría las reformas a las que aspiraba la burguesía.
En el ámbito social, el sistema político y las divisiones de clases habían tendido a hacerse más nítidas y difíciles de traspasar. Para la burguesía era cada vez más difícil satisfacer sus aspiraciones de ascenso social. Aun cuando el dinero tenía gran importancia en la definición de las relaciones sociales, la nobleza continuó despreciando a la burguesía, más allá de su poder económico.
El estallido de los acontecimientos
En 1778 se inició en Francia una crisis económica que llevó a la miseria a las clases más populares e implicó una fuerte recesión para agricultores, comerciantes e industriales. En 1788 y 1789 la crisis se acentuó, provocando la indigencia del pueblo en las ciudades y en los campos y perjudicando, al mismo tiempo, los intereses de la burguesía. Los grupos populares y medios se unieron en su descontento contra el gobierno y exigieron disposiciones eficientes para dar solución a la crisis.
El malestar general llegó a la irritación cuando la corona se declaró en bancarrota, a causa de su participación en la guerra de Independencia de Estados Unidos en contra de Gran Bretaña.
El rey se vio obligado a convocar a los Estados Generales, vale decir, una asamblea que convocaba la monarquía y en la cual participaban el clero, la nobleza y el Tercer Estado o Estado Llano. La reunión despertó una gran expectación. La aristocracia vio una oportunidad para recuperar parte de sus privilegios a cambio de su apoyo al monarca. Por su parte, la burguesía vislumbró la ocasión de realizar una reforma constitucional para remplazar el voto por estamento, por un voto individual de cada representante. Los delegados del Tercer Estado, conscientes de que su propuesta no tendría acogida, se separaron de los Estados Generales y convocaron una Asamblea Nacional para proponer una nueva constitución.
Las pretensiones de la burguesía amenazaban directamente el poder absoluto del rey, quien optó por ponerse del lado de la aristocracia y disolver la Asamblea Nacional. Sin embargo, esta fue defendida por el pueblo y los campesinos, quienes, con la toma de Bastilla el 14 de julio de 1789, dieron inicio a la Revolución francesa. La revolución se extendió a lo largo del país, transformando la monarquía absoluta, en un primer momento, en una monarquía constitucional.
Luego, la monarquía fue definitivamente abolida junto a los privilegios feudales de la aristocracia, proclamándose la República.
Las ideas de la Ilustración dieron una base filosófica e ideológica a las aspiraciones de la burguesía y del pueblo, que ya no se limitaron a pedir una participación en el sistema existente, sino un cambio de sistema. Lucharon por liberarse del poder opresor de la monarquía y la nobleza, estableciendo un nuevo orden constitucional que garantizara su participación efectiva en el gobierno.
Legado de la Revolución francesa
-Se inició un período en que el pueblo y la burguesía de muchos países del mundo lucharon por establecer gobiernos que representaran a todos los ciudadanos y que estuviesen regidos por una constitución. Con ella comenzó el fin de la sociedad aristocrática.
-Cambió la concepción que se tenía hasta ese momento de la sociedad y las relaciones entre los seres humanos. El poder ya no emanaba de Dios, sino de la nación francesa, constituida por el pueblo francés.
-La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano estableció, por primera vez, en un documento oficial, que todos los seres humanos son iguales y que los gobiernos no son patrimonio exclusivo de algunos, sino que deben velar por el bienestar y la felicidad de todos sus ciudadanos.
-Sirvió de modelo a todos los levantamientos que le siguieron en Europa y América. Muchas de sus enseñanzas fueron asimiladas por las distintas corrientes políticas e ideológicas contemporáneas. Para los partidarios de la revolución en otros países, los acontecimientos en Francia fueron la primera etapa del triunfo universal de la libertad.
La Revolución francesa despertó el temor de las monarquías a la insurrección en el resto de Europa. Los gobiernos de Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia decidieron intervenir en Francia, presumiendo que este era el primer paso de un gran movimiento antimonárquico a escala continental. En 1792 se inició un largo período de guerra entre las monarquías europeas y la primera república francesa, que se inició con la declaración de guerra por parte de Francia y culminó con la caída de Napoleón en 1815 y el reestablecimiento de la monarquía. Pese a este paso atrás, el gobierno monárquico estaba en sus momentos finales.
Pese al importante legado que dejó la Revolución francesa, a las ideas de democracia e igualdad les quedaba un largo camino por recorrer. Por un lado, debían luchar con las antiguas tradiciones. Por otro, la burguesía europea bogaba en primer lugar a favor de sus propios intereses, y no los del pueblo, de las mujeres ni de las personas de otras etnias. El concepto de ciudadano con pleno derecho continuó estando limitado a los varones europeos e incluso a la posesión de alguna renta o propiedad. Todavía faltaba mucho para que los obreros, los campesinos, las mujeres y las personas de todas las razas fueran considerados iguales.
FUENTE: Historia y Ciencia Sociales. 3ro Medio