La Revolución francesa

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A finales del siglo XVIII, Francia era la monarquía más poderosa de Europa. Su economía progresaba y tenía una enorme influencia política, diplomática y cultural en el resto del continente. Luis XIV había tenido éxito en poner límite a las ambiciones de la aristocracia y logró un manejo más racionalizado del gobierno. Sin embargo, su hijo, Luis XV, era menos competente y durante su reinado y el de su sucesor, Luis XVI, la aristocracia monopolizó los altos cargos en la administración y la Iglesia.

Su presencia frenó los proyectos de reformas administrativas y económicas que podrían haber vulnerado sus privilegios, pero que eran necesarios para el desarrollo del comercio y la agricultura.

-Los Parlamentos retomaron el rol que habían perdido durante el gobierno de Luis XIV y se perpetuaron como el medio de expresión de las aspiraciones de la aristocracia, debilitando con ello el poder de la monarquía.

-La aristocracia se obstinaba en defender sus prerrogativas. La nobleza se había empobrecido, aun cuando una pequeña parte era extremadamente rica. En conformidad, sus privilegios, tales como el cobro de impuestos o el derecho a ocupar un cargo en la administración, le permitían sobrevivir económicamente.

-La burguesía reclamaba una mejor organización de la administración y una política económica que destrabara el progreso del comercio y la industria. Junto con los campesinos, aspiraban a una reducción del número de impuestos y a una racionalización del sistema fiscal.

Tanto Luis XV, como su hijo, Luis XVI, nombraron buenos ministros que, contagiados con las ideas de la Ilustración, propusieron políticas cuyo objetivo era modernizar el Estado. Sin embargo, la aristocracia se opuso y trabó dichas medidas, despertando la indignación de la burguesía. Un buen ejemplo es lo sucedido con Turgot, ministro de Luis XVI, que impulsó una serie de reformas dirigidas a la modernización del Estado:

-Explotar más eficazmente la tierra.

-Liberalizar el comercio.

-Mejorar la eficiencia de la administración.

-Poner fin a las trabas e iniquidades sociales que obstaculizaban el desarrollo de Francia.

-Una política fiscal más racional e igualitaria.

Sus medidas se enfrentaron a la tenaz oposición de la aristocracia y Luis XVI consintió en apartarlo del gobierno. Su salida demostró que la nobleza nunca permitiría las reformas a las que aspiraba la burguesía.

En el ámbito social, el sistema político y las divisiones de clases habían tendido a hacerse más nítidas y difíciles de traspasar. Para la burguesía era cada vez más difícil satisfacer sus aspiraciones de ascenso social. Aun cuando el dinero tenía gran importancia en la definición de las relaciones sociales, la nobleza continuó despreciando a la burguesía, más allá de su poder económico.

El estallido de los acontecimientos

En 1778 se inició en Francia una crisis económica que llevó a la miseria a las clases más populares e implicó una fuerte recesión para agricultores, comerciantes e industriales. En 1788 y 1789 la crisis se acentuó, provocando la indigencia del pueblo en las ciudades y en los campos y perjudicando, al mismo tiempo, los intereses de la burguesía. Los grupos populares y medios se unieron en su descontento contra el gobierno y exigieron disposiciones eficientes para dar solución a la crisis.

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El malestar general llegó a la irritación cuando la corona se declaró en bancarrota, a causa de su participación en la guerra de Independencia de Estados Unidos en contra de Gran Bretaña.

El rey se vio obligado a convocar a los Estados Generales, vale decir, una asamblea que convocaba la monarquía y en la cual participaban el clero, la nobleza y el Tercer Estado o Estado Llano. La reunión despertó una gran expectación. La aristocracia vio una oportunidad para recuperar parte de sus privilegios a cambio de su apoyo al monarca. Por su parte, la burguesía vislumbró la ocasión de realizar una reforma constitucional para remplazar el voto por estamento, por un voto individual de cada representante. Los delegados del Tercer Estado, conscientes de que su propuesta no tendría acogida, se separaron de los Estados Generales y convocaron una Asamblea Nacional para proponer una nueva constitución.

Las pretensiones de la burguesía amenazaban directamente el poder absoluto del rey, quien optó por ponerse del lado de la aristocracia y disolver la Asamblea Nacional. Sin embargo, esta fue defendida por el pueblo y los campesinos, quienes, con la toma de Bastilla el 14 de julio de 1789, dieron inicio a la Revolución francesa. La revolución se extendió a lo largo del país, transformando la monarquía absoluta, en un primer momento, en una monarquía constitucional.

Luego, la monarquía fue definitivamente abolida junto a los privilegios feudales de la aristocracia, proclamándose la República.

Las ideas de la Ilustración dieron una base filosófica e ideológica a las aspiraciones de la burguesía y del pueblo, que ya no se limitaron a pedir una participación en el sistema existente, sino un cambio de sistema. Lucharon por liberarse del poder opresor de la monarquía y la nobleza, estableciendo un nuevo orden constitucional que garantizara su participación efectiva en el gobierno.

Legado de la Revolución francesa

-Se inició un período en que el pueblo y la burguesía de muchos países del mundo lucharon por establecer gobiernos que representaran a todos los ciudadanos y que estuviesen regidos por una constitución. Con ella comenzó el fin de la sociedad aristocrática.

-Cambió la concepción que se tenía hasta ese momento de la sociedad y las relaciones entre los seres humanos. El poder ya no emanaba de Dios, sino de la nación francesa, constituida por el pueblo francés.

-La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano estableció, por primera vez, en un documento oficial, que todos los seres humanos son iguales y que los gobiernos no son patrimonio exclusivo de algunos, sino que deben velar por el bienestar y la felicidad de todos sus ciudadanos.

-Sirvió de modelo a todos los levantamientos que le siguieron en Europa y América. Muchas de sus enseñanzas fueron asimiladas por las distintas corrientes políticas e ideológicas contemporáneas. Para los partidarios de la revolución en otros países, los acontecimientos en Francia fueron la primera etapa del triunfo universal de la libertad.

La Revolución francesa despertó el temor de las monarquías a la insurrección en el resto de Europa. Los gobiernos de Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia decidieron intervenir en Francia, presumiendo que este era el primer paso de un gran movimiento antimonárquico a escala continental. En 1792 se inició un largo período de guerra entre las monarquías europeas y la primera república francesa, que se inició con la declaración de guerra por parte de Francia y culminó con la caída de Napoleón en 1815 y el reestablecimiento de la monarquía. Pese a este paso atrás, el gobierno monárquico estaba en sus momentos finales.

Pese al importante legado que dejó la Revolución francesa, a las ideas de democracia e igualdad les quedaba un largo camino por recorrer. Por un lado, debían luchar con las antiguas tradiciones. Por otro, la burguesía europea bogaba en primer lugar a favor de sus propios intereses, y no los del pueblo, de las mujeres ni de las personas de otras etnias. El concepto de ciudadano con pleno derecho continuó estando limitado a los varones europeos e incluso a la posesión de alguna renta o propiedad. Todavía faltaba mucho para que los obreros, los campesinos, las mujeres y las personas de todas las razas fueran considerados iguales.

FUENTE: Historia y Ciencia Sociales. 3ro Medio

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789)

La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789, inspirada en la Declaración de Independencia estadounidense de 1776 y en los pricipios filosófico-políticos que se propagaban durante el siglo XVIII, marca el fin del Antiguo Régimen y el principio de una nueva era. Esta Declaración se suma a los decretos del 4 y el 11 de agosto de 1789 sobre la supresión de los derechos feudales, uno de los textos fundamentales votados por la Asamblea nacional constituyente, la cual fue formada tras la reunión de los Estados Generales durante la Revolución Francesa.

El principio de base de la Declaración fue adoptado antes del 14 de julio de 1789 y dio lugar a la elaboración de numerosos proyectos. Tras largos debates, los diputados votaron el texto final el día 26 de agosto. El Rey Luis XVI la ratificó el 5 de octubre, bajo presión de la Asamblea y el pueblo. Sirvió de preámbulo a la primera constitución de la Revolución Francesa, aprobada en 1791.

Adoptada por la Asamblea Constituyente francesa del 20 al 26 de agosto de 1789, aceptada por el Rey de Francia el 5 de octubre de 1789.

Los representantes del pueblo francés, que han formado una Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, la negligencia o el desprecio de los derechos humanos son las únicas causas de calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne estos derechos naturales, imprescriptibles e inalienables; para que, estando esta declaración continuamente presente en la mente de los miembros de la corporación social, puedan mostrarse siempre atentos a sus derechos y a sus deberes; para que los actos de los poderes legislativo y ejecutivo del gobierno, pudiendo ser confrontados en todo momento para los fines de las instituciones políticas, puedan ser más respetados, y también para que las aspiraciones futuras de los ciudadanos, al ser dirigidas por principios sencillos e incontestables, puedan tender siempre a mantener la Constitución y la felicidad general.

Por estas razones, la Asamblea Nacional, en presencia del Ser Supremo y con la esperanza de su bendición y favor, reconoce y declara los siguientes sagrados derechos del hombre y del ciudadano:

I. Los hombres han nacido, y continúan siendo, libres e iguales en cuanto a sus derechos. Por lo tanto, las distinciones civiles sólo podrán fundarse en la utilidad pública.

II. La finalidad de todas las asociaciones políticas es la protección de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre; y esos derechos son libertad, propiedad, seguridad y resistencia a la opresión.

III. La nación es esencialmente la fuente de toda soberanía; ningún individuo ni ninguna corporación pueden ser revestidos de autoridad alguna que no emane directamente de ella.

IV. La libertad política consiste en poder hacer todo aquéllo que no cause perjuicio a los demás. El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros límites que los necesarios para garantizar a cualquier otro hombre el libre ejercicio de los mismos derechos; y estos límites sólo pueden ser determinados por la ley.

V. La ley sólo debe prohibir las acciones que son perjudiciales a la sociedad. Lo que no está prohibido por la ley no debe ser estorbado. Nadie debe verse obligado a aquello que la ley no ordena.

VI. La ley es expresión de la voluntad de la comunidad. Todos los ciudadanos tienen derecho a colaborar en su formación, sea personalmente, sea por medio de sus representantes. Debe ser igual para todos, sea para castigar o para premiar; y siendo todos iguales ante ella, todos son igualmente elegibles para todos los honores, colocaciones y empleos, conforme a sus distintas capacidades, sin ninguna otra distinción que la creada por sus virtudes y conocimientos.

VII. Ningún hombre puede ser acusado, arrestado y mantenido en confinamiento, excepto en los casos determinados por la ley, y de acuerdo con las formas por ésta prescritas. Todo aquél que promueva, solicite, ejecute o haga que sean ejecutadas órdenes arbitrarias, debe ser castigado, y todo ciudadano requerido o aprehendido por virtud de la ley debe obedecer inmediatamente, y se hace culpable si ofrece resistencia.

VIII. La ley no debe imponer otras penas que aquéllas que son evidentemente necesarias; y nadie debe ser castigado sino en virtud de una ley promulgada con anterioridad a la ofensa y legalmente aplicada.

IX. Todo hombre es considerado inocente hasta que ha sido convicto. Por lo tanto, siempre que su detención se haga indispensable, se ha de evitar por la ley cualquier rigor mayor del indispensable para asegurar su persona.

X. Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus ideas religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden público establecido por la ley.

XI. Puesto que la comunicación sin trabas de los pensamientos y opiniones es uno de los más valiosos derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir y publicar libremente, teniendo en cuenta que es responsable de los abusos de esta libertad en los casos determinados por la ley.

XII. Siendo necesaria una fuerza pública para dar protección a los derechos del hombre y del ciudadano, se constituirá esta fuerza en beneficio de la comunidad, y no para el provecho particular de las personas por quienes está constituida.

XIII. Siendo necesaria, para sostener la fuerza pública y subvenir a los demás gastos del gobierno, una contribución común, ésta debe ser distribuida equitativamente entre los miembros de la comunidad, de acuerdo con sus facultades.

XIV. Todo ciudadano tiene derecho, ya por sí mismo o por su representante, a emitir voto libremente para determinar la necesidad de las contribuciones públicas, su adjudicación y su cuantía, modo de amillaramiento y duración.

XV. Toda comunidad tiene derecho a pedir a todos sus agentes cuentas de su conducta.

XVI. Toda comunidad en la que no esté estipulada la separación de poderes y la seguridad de derechos necesita una Constitución.

XVII. Siendo inviolable y sagrado el derecho de propiedad, nadie deberá ser privado de él, excepto en los casos de necesidad pública evidente, legalmente comprobada, y en condiciones de una indemnización previa y justa.

FUENTE:

https://democraciaparticipativa.net/documentos-data-a-referenda/documentos-en-espanol/documentos-sobre-derechos-humanos/10371-declaracion-de-los-derechos-del-hombre-y-del-ciudadano-1789.html

 

La Paz de Versalles

La paz con Alemania es finalmente concluida por medio del Tratado de Versalles. Se establece en él que Alemania devolverá a Francia los territorios de Alsacia-Lorena, cederá a Bélgica dos cantones fronterizos, a Polonia la Poznania y un territorio de población polaca destinado a formar una especie de “corredor” que permita a Polonia el acceso al mar. Por plebiscitos entre la población, se decidiría la suerte de la Alta Silesia y del territorio de Schleswig del Norte, en la frontera con Dinamarca.

Todas las colonias alemanas habían sido ocupadas por los ejércitos aliados. Las potencias de la Entente se las repartirán. Inglaterra recibe la zona oriental de Africa, la Unión Sudafricana y el sudoeste africano; Bélgica, el territorio de Ruanda Urundi. Francia e Inglaterra se reparten el Camerún y Togo. Las colonias alemanas del Pacífico se dividen entre Australia y Japón.

Esta paz, evidentemente dura para Alemania, agregó indem­nizaciones de guerra que no fueron directamente estipuladas, pero que en principio suponían la entrega de la flota mercante alemana y de abastecimientos de materias primas, fundamentalmente carbón. Para destruir el militarismo alemán, los aliados estable­cieron la abolición del servicio militar obligatorio en Alemania, la supresión de la aviación y de la artillería pesada y la limitación del ejército a la cifra de 100 000 hombres. Para salvaguardar la frontera francesa, se exigió la ocupación, por los ejércitos aliados, de la orilla izquierda del Rhin durante 15 años, suponiéndose una evacuación progresiva cada cinco. Ambas márgenes del Rhin serían desmilitarizadas; las minas del Sarre pasarían a Francia.

Los términos de la paz con Alemania son explicables si se tienen en cuenta los intereses de cada potencia vencedora. Francia estaba apremiada por dos problemas básicos: por un lado, la reconstrucción de su economía; por otro, la seguridad de su territorio. La guerra se había desarrollado fundamentalmente en territorio francés, devastándolo casi completamente y dando a los franceses la convicción de que habían afrontado el conflicto prácticamente solos, gracias a su esfuerzo militar. Era esencial asegurar garantías territoriales y diplomáticas que afirmaran la obtención de ambos fines, económicos y políticos.

Por otra parte, Gran Bretaña, aunque cuidadosa de no dar ocasión a que se formara una potencia hegemónica en la Europa continental, sólo se interesaba en la medida en que su comercio pudiera ser restringido. No pretendía un parcelamiento de Alema­nia, que aumentaría el poder de Francia e impediría que los alemanes poseyeran la capacidad económica necesaria para com­prar a Inglaterra sus productos industriales. Tampoco veía conve­niente que se los dejara demasiado libres para establecer relaciones comerciales con Rusia y atraerlos hacia sus centros financieros.

Los Estados Unidos manifestaron su desinterés en cuanto a beneficios inmediatos económicos, territoriales o políticos. Sólo se empeñaron en evitar el resurgimiento del militarismo alemán, ase­gurando a Francia e Inglaterra una victoria que les permitiera llevar adelante sus vínculos económicos y financieros con América y que a la vez no otorgara ninguna ventaja a Rusia.

La Paz de Versalles trató de conciliar, en general, los intereses de los aliados y significó para Francia la posibilidad de lograr sus objetivos de reconstrucción y seguridad.

El tratado de Saint-Germain establecía las condiciones de paz con Austria; el de Trianón, con Hungría; el de Neuilly con Bulgaria y el de Sèvres con Turquía.

El 28 de abril de 1919, los aliados se pusieron de acuerdo sobre las bases de una Sociedad de Naciones.

La caída de tres grandes imperios europeos avivó la exaltación del sentimiento nacional de los diversos pueblos de la Europa Central. De acuerdo con los principios wilsonianos, los territorios que pertenecían a Austria-Hungría fueron divididos en siete Estados, de los cuales dos, Checoslovaquia y Polonia, eran nuevos. Las fronteras se establecieron penosamente entre una nacionalidad y otra. Así, se intentó separar a los alemanes de los magiares, a los italianos de los yugoeslavos, a los polacos de los checos. Austria se redujo a los Alpes orientales y a una pequeña región del valle del Danubio. Hungría quedó a su vez reducida a un territorio algo más grande que el de Austria, en la llanura del Danubio. Ambas naciones quedaban muy limitadas en territorio y población. La primera contaba con 80 mil km2 y 6 millones de habitantes, la segunda con 90 mil km2 y 8 millones de habitantes.

El nuevo Estado checoslovaco comprendía Bohemia, Moravia, Eslovaquia y Rutenia. Yugoeslavia comprendía, además del terri­torio serbio, Bosnia-Herzegovina, Eslovenia, Dalmacia y Croacia. Polonia recibía del imperio el territorio de Galitzia. Italia, a su vez, recibía el Trentino y el puerto de Trieste. Rumania se quedaba con el territorio húngaro de Transilvania, y Grecia con el búlgaro de Tracia. Los Estados que por la paz de Brest-Litovsk habían sido separados de Rusia -Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania— prosiguieron su vida independiente, actuando como “Estados tapones” para evitar la infiltración socialista en Occidente.

En el Cercano Oriente la desaparición del Imperio Otomano mantuvo para Turquía un pequeño territorio que rodeaba a Constantinopla; todas las regiones que conformaban el imperio se transformaron en Estados independientes como Arabia, o en protectorados administrados por Francia, como Siria, o por Gran Bretaña, como Palestina y Mesopotamia. Indudablemente, Gran Bretaña, con todos los territorios mencionados bajo su influencia, con su protectorado sobre Egipto y con el control de las rutas de Suez y de la India, aseguró su penetración marítima y terrestre hacia el Oriente, además de recursos petrolíferos muy importantes.

FUENTE:

GARCIA BOUZAS DE BRUNETTO, Raquel. La Primera Guerra Mundial

Los felices años 20 y la Gran depresión económica de 1929

Los felices años 20

Estados Unidos será precisamente el gran protagonista de un sostenido despegue económico que comenzará a dar frutos desde mediados de la década de 1920. Esta época, conocida como los “felices años veinte”, se caracterizará por el aumento vertiginoso de la producción de bienes de consumo, la aparición del crédito como el principal mecanismo para asegurar el acceso de la población a estos productos y la masificación de la especulación bursátil, práctica que mediante la compra y venta de acciones de grandes compañías facilitaba la acumulación de dinero a quienes contaban con cierto capital financiero.

El aumento de la producción industrial estuvo directamente vinculado a la mecanización y reorganización de los procesos productivos. En esta década, los hogares de la pujante clase media comenzaron a poblarse de refrigeradores, lavadoras de ropa, ventiladores, planchas eléctricas, radiorreceptores y una serie de productos que modificaron para siempre los ritmos de la vida doméstica. También se masificó el uso del automóvil, el que dejó de ser un bien exclusivo de la élite para convertirse en símbolo de las nuevas formas de producción y de las facilidades que el mercado entregaba para el consumo.

Así, la mayor disponibilidad de bienes tuvo como consecuencia la disminución de los precios, lo que estimuló las ansias de consumo de la población. A esto también contribuyó el desarrollo de la publicidad, que utilizó la prensa y la radio para promocionar los nuevos productos. En este escenario, el sistema de compras a plazo comenzó a cumplir un papel gravitante. Si bien los sueldos de los trabajadores no aumentaron considerablemente durante la época (se calcula que entre 1923 y 1929 no subieron más que un 8%), el acceso al crédito facilitó el consumo y justificó los elevados índices de producción industrial. El clima de estabilidad general y la noción de una prosperidad económica sin límites parecían haber desterrado el miedo al endeudamiento.

Esa misma confianza parecía existir en el mundo de las finanzas, donde ahora no solo participaban los grandes capitalistas, sino cualquier ciudadano que tuviera algo de dinero para invertir en acciones. La especulación se convirtió en una práctica cotidiana que prometía fáciles ganancias.

Los no tan felices años 20

La sostenida bonanza económica en Estados Unidos no beneficiaba a todos por igual. Los campesinos, por ejemplo, vivieron una década de total estrechez como efecto de la persistente baja en los precios de los productos agrícolas. Este descenso se explicaba por la creciente mecanización de las actividades del agro, que aumentó la disponibilidad de comestibles a niveles que la demanda interna no podía absorber. A ello se sumaba la recuperación de la agricultura europea luego de la guerra y el ingreso al mercado mundial de nuevos países –Rusia y Argentina, por ejemplo– que copaban los eventuales destinos de exportación. Así, no era raro que las remuneraciones de los peones agrícolas estuvieran muy por debajo de la mitad del sueldo promedio de los obreros industriales.

La población negra tampoco disfrutaba de los beneficios de la prosperidad general. Destinados a asumir los trabajos peor remunerados y a vivir en condiciones paupérrimas, debieron además soportar el acoso del Ku Klux Klan, cofradía racista que se ocupaba de perseguir, azotar y linchar a miembros de la comunidad negra, principalmente en el sur del país. Se calcula que hacia 1924 el Ku Klux Klan congregaba alrededor de cinco millones de miembros.

La década de 1920 estuvo también marcada por la violencia y corrupción asociadas a la mafia y los gánsteres. Estos actores irrumpieron en la escena estadounidense luego del establecimiento de la “ley seca” (1919), medida que prohibió la fabricación, comercialización e ingesta de todo tipo de bebida alcohólica. Lejos de desterrar el consumo, la resolución terminó estimulando la aparición de un mercado clandestino con destilerías y locales ilegales. Mientras productores y traficantes defendían sus dominios con bandas de gánsteres que instalaban la violencia y el crimen organizado, la policía y las autoridades daban luz verde al contrabando, incentivados por una red de sobornos que incluso llegó a altas esferas de gobierno. La medida fue derogada en 1933.

La Depresión de 1929: la caída de Wall Street

Los felices años veinte tuvieron un abrupto fin el 24 de octubre de 1929, cuando el mercado de acciones de Nueva York se desplomó ante la incredulidad de los estadounidenses y del mundo. Al advertirse los primeros signos de contracción en las transacciones comerciales, los inversionistas mejor informados comenzaron a vender sus acciones antes de que los precios descendieran en exceso. Esta señal despertó las sospechas en el mercado y otro número importante de accionistas hizo lo mismo. La repentina venta hizo cundir la incertidumbre y todos quienes habían invertido dinero en la bolsa quisieron deshacerse de sus títulos, instalándose un ambiente de desconfianza en el que ya nadie estaba dispuesto a invertir. Con la excesiva oferta, los precios de las acciones cayeron drásticamente y los inversionistas no tuvieron más opción que entregar sus acciones por montos que resultaban irrisorios al ser comparados con los valores iniciales de compra. Las pérdidas fueron millonarias y nada pudo detener la debacle. Aquel fatídico 24 de octubre –recordado como el “jueves negro”– más de 12 millones de acciones fueron prácticamente botadas al mercado. El espejismo de la prosperidad había llegado a su fin.

El episodio del “jueves negro” no fue más que la expresión de una crisis fraguada por años. La especulación generalizada solo tenía como respaldo las expectativas y la sensación de seguridad de quienes participaban en el mercado. Como en un principio el negocio parecía fácil y rentable, más personas se mostraron interesadas en invertir, subiendo artificialmente el precio de las acciones. Los ciudadanos comprometían sus ahorros, pedían dinero prestado e incluso los mismos bancos especularon con los depósitos de sus clientes. Pero solo bastaría una señal en contrario para que la sensación de seguridad se desplomara.

Asimismo, hacia fines de la década de 1920 la producción industrial había llegado a su techo. Las utilidades del primer despegue y el uso de nuevas técnicas estimularon la ambición de los industriales que mantuvieron, durante años, altas tasas de producción. Al cerrarse la década y al ver que la oferta de productos sobrepasaba la capacidad de compra del pueblo estadounidense, optaron por reducir la producción. Esta decisión supuso el despido de un número importante de trabajadores que al no contar con recursos, dejaban de operar como consumidores. De esa forma, se paralizaban las transacciones y se detenía el ciclo.

Por lo demás, durante los años veinte el aumento de los salarios fue considerablemente bajo en relación con las ganancias del sistema económico. Mientras las remuneraciones de los obreros no subieron más que un 8%, las ganancias industriales superaron el 70%. Esta desigual distribución del ingreso mantuvo la capacidad de consumo de la población en niveles bajísimos, cuestión que si bien pudo subsanarse inicialmente gracias al crédito, a la larga tuvo un efecto innegable en el desarrollo de la crisis.

Las consecuencias de la caída de Wall Street se hicieron sentir rápidamente. A los pocos días todos los inversionistas que habían pagado altas sumas por sus acciones estaban totalmente arruinados. Similar suerte corrieron los acreedores, pues ya nadie estaba en condiciones de restituir los préstamos concedidos en la época dorada del negocio. La debacle también afectó a miles de instituciones bancarias que habían participado activamente de la especulación. Las pérdidas asociadas al hundimiento de los precios se vieron agravadas tras la avalancha de clientes que acudieron a retirar el dinero de sus cuentas: imposibilitados de hacer frente al escenario, un altísimo número de bancos debió cerrar sus puertas definitivamente, con lo cual millones de ciudadanos perdieron los ahorros de toda una vida.

La contracción económica se hizo sentir también en el sector productivo, tanto industrial como agrícola, ya que los bajos niveles de demanda obligaron a disminuir la producción en las fábricas y a despedir personal. Muchas industrias se cerraron y, a su vez, millones de campesinos perdieron sus tierras al no poder cancelar sus préstamos, debiendo emigrar para no morir de hambre. En este contexto, se hizo frecuente ver en las ciudades largas filas de hombres y mujeres esperando recibir comida en las cocinas de la caridad. El desempleo, un mal crónico desde el fin de la guerra, llegaba ahora a niveles espeluznantes y la frustración cundía como una verdadera epidemia psicológica.

El impacto internacional de la Crisis de 1929

La crisis fue una ocasión que confirmó, una vez más, el protagonismo de Estados Unidos en la marcha de la economía mundial. Si durante la década de 1920 su prosperidad había marcado la pauta del despegue europeo, también lo hará su derrumbe a partir de octubre de 1929. Ninguna economía permaneció ajena al nuevo escenario y, hacia 1930, la caída de la bolsa de Nueva York era ya un fenómeno de alcances mundiales.

La expansión de la crisis se explica porque desde el fin de la guerra, Estados Unidos se había convertido en la principal fuente de recursos –vía empréstitos– para diversas naciones del mundo. Ello generó una excesiva dependencia que se hizo patente cuando la economía estadounidense decidió suspender la asistencia financiera y exigir el pago de los compromisos pendientes para enfrentar el colapso financiero. Tal decisión resultó fatal para aquellos países que, como Alemania, confiaron sus procesos de reconstrucción material a la ayuda extranjera. Asimismo, las nuevas condiciones económicas contrajeron el comercio internacional: la menor capacidad de compra hizo disminuir la importación de manufacturas, lo que sepultó miles de empresas en el mundo entero. Países exportadores de materias primas, como Chile, se vieron afectados, pues la caída en las ventas impidió la recuperación de dinero para la importación de productos elaborados. Debieron, entonces, generar industrias propias para satisfacer la demanda local y atenuar la dependencia de los ciclos mundiales.

En la práctica, la desaceleración del comercio exterior tenía que ver con la aplicación –por parte de los distintos gobiernos– de una serie de medidas proteccionistas orientadas a favorecer el mercado interno. El Estado, que mediante estas medidas cobraba un protagonismo importante regulando detalladamente la marcha de la economía, se distanciaba así de los principios del liberalismo económico, el laissez faire, según el cual los gobiernos debían abstenerse de intervenir o alterar el “normal” funcionamiento del mercado.

 El New Deal y el nuevo protagonismo del Estado

La llegada del demócrata Franklin D. Roosevelt a la presidencia de Estados Unidos en 1933, marcó un giro importante en la búsqueda de una salida a la apremiante situación económica del país. A diferencia de lo realizado por su antecesor, el republicano Herbert Hoover (1929-1933), Roosevelt impulsó una serie de medidas que involucraron directamente al Estado mediante un fuerte plan de inversión y gasto fiscal. Este conjunto de reformas, conocidas como el New Deal (nuevo trato), buscaba socorrer a quienes habían resultado más afectados por la crisis, reactivar la economía aplicando estímulos a la producción, la demanda y el empleo, y reformar el sistema económico con el fin de evitar cataclismos financieros similares al de 1929.

Aun cuando el paquete de medidas del New Deal no cumplió con todos los objetivos que Roosevelt se había propuesto –en parte por errores de ejecución, en parte por la dura resistencia de los sectores liberales ante la sistemática intervención del Estado–, su formulación y puesta en práctica resultó clave para el devenir económico y político del siglo.

En primer lugar, permitió la estabilización de la deteriorada economía estadounidense, estabilización que se convirtió en el primer paso para la reconstrucción de los pilares centrales de su sistema productivo y financiero. Asimismo, sentó las bases de lo que llegará a conocerse como el Estado de Bienestar, un Estado comprometido económicamente con las condiciones de vida de su población –especialmente con la más vulnerable– en áreas tan sensibles como educación, salud y previsión.

Por último, y no menos importante, ayudó a restablecer la confianza de los estadounidenses en el gobierno y en su propio sistema político, la democracia liberal, justo cuando ideologías alternativas comenzaban a tomar fuerza o cobraban nuevo atractivo como consecuencia de la depresión. Mientras algunos países volvían su mirada a la imponente URSS en busca de un modelo social distinto al capitalista, cada vez menos confiable después de la crisis, otros, –como Alemania, Italia y Japón– eran dominados por gobiernos autoritarios, fuertemente nacionalistas y sustentados en el control absoluto de las libertades de los ciudadanos.

Fases de la Primera Guerra Mundial

Comprendió cuatro fases, las cuales fueron:

1. La fase de los movimientos iníciales (entre julio y noviembre de 1914)

En los inicios del conflicto, todos pensaban que sería una guerra corta. Los soldados deseaban luchar, nunca imaginaron que el conflicto bélico se alargaría por años y produciría gran cantidad de pérdidas humanas.

Sus principales caracteristicas fueron:

  • Alemania se encontraba con el peligro de tener que luchar en dos frentes, contra Francia por el Oeste y contra Rusia por el Este. Entre las principales características de esta etapa destacan:
  • Alemania ataca a Francia a través de Bélgica.
  • Los Alemanes son contenidos por los Franceses en la batalla de Marné ( 6-11 de septiembre) por Ferdinand Foch.
  • Francia se salva de la invasión Alemana estabilizándose el frente occidental en diciembre de 1914.
  • En el frente oriental los Rusos invaden Prusia pero son derrotados en la batalla de Tanneberg y en los Lagos Masurianos, por Paul Ludwig von Hindemburg.
  • Austria es derrotada por los Rusos en la Batalla de Lemberg.
  • En octubre Turquía entra en guerra a favor  de la triple alianza y montenegro apoya a triple entente.
  • La estabilización del frente occidental origina la guerra de trincheras.

2. La fase de la guerra de las trincheras (diciembre de 1914 hasta enero de 1916)

Sus principales caracteristicas fueron:

  • Estabilizado el frente Occidental, los soldados para defenderse se organizaron en trincheras, excavaciones estrechas de tres o cuatro metros con muros de tierra por ambos lados y un piso cubierto de madera. Entre las características de este período destacan:
  • Para la defensa usaban parapetos con sacos de arena y alambrados de púas.
  • La  vigilancia era permanente y la hacían los soldados por turnos.
  • Estas trincheras se extendieron en forma paralela desde Suiza hasta el mar del norte, abarcando una longitud de 800 Km.
  • El propósito de esta estrategia era defender las posiciones e intentar avanzar desestabilizando el frente enemigo.
  • Entre las armas que se utilizaron destacan: lanza-llamas, gases venenosos, granadas de mano, fusiles de balloneta calada, Carros de asalto ( tanques), francotiradores.

3. La fase de la guerra de desgaste (enero de 1916 hasta noviembre de 1917)

Sus principales caracteristicas fueron:

Dos serán los acontecimientos claves que decidirán el signo de la guerra :

  1. La revolución soviética en Rusia.
  2. Entrada de Estados Unidos en el conflicto.

Se caracterizó por:

Rusia abandonó la guerra a causa de las dos revoluciones que se establecían en su territorio.

El hecho de que la Primera Guerra Mundial tuviera una duración mayor a lo estimado devino en diferentes problemas internos entre los países y en múltiples protestas.

Algunos de los hechos más relevantes que ocurrieron en 1917 en cada país son los siguientes:

Gran Bretaña

Sufrió muchas huelgas por parte de los soldados y trabajadores, que se encontraban extenuados a causa de la larga duración del conflicto.

Rusia

Debido a los diferentes eventos internos que presentaba el país, tales como la Revolución rusa y la Revolución bolchevique, la nación se vio obligada a abandonar la guerra.

Francia

Hubo múltiples huelgas y rebeliones en la industria francesa a causa de los pocos suministros y las difíciles condiciones de las trincheras, la perversidad y la dureza de la guerra.

Alemania

Se dieron divisiones y disputas entre grupos que estaban en pro de terminar la guerra y acabar con el sufrimiento, y de otros que defendían la continuidad de la misma.

Esto causó una división política en la nación.

Imperio austrohúngaro

Experimentó luchas separatistas y muchas revueltas, y tuvo que ser capaz de mantener el fuego activo en dos frentes diferentes.

Estados Unidos

Entró en la guerra a causa de las amenazas alemanas.

4. Y la fase de las ofensivas finales (noviembre de 1917 hasta noviembre de 1918)

Al abandonar Rusia la guerra, Alemania concentra sus fuerzas en el frente occidental, pero la llegada de los norteamericanos desequilibró la balanza favor de la entente.

Las ofensivas finales de los aliados determinaron la derrota de los alemanes, provocando una serie de hechos: como amotinamientos de los soldados en la flota alemana, destronamiento del rey de Baviera, abdicación del emperador alemán Guillermo II, etc. Finalmente, el 11 de noviembre de 1918, a las cinco de la mañana, en el bosque de Compiégne, se firmó el armisticio entre Alemania y los aliados con los que el cese de hostilidades fue de inmediato.

Causas de la Primera Guerra Mundial

EL IMPERIALISMO Y NACIONALISMO

Al comenzar el siglo XX, las grandes potencias de Europa, es decir, Gran Bretaña, Francia y Alemania, basaban gran parte de su poder en sus imperios coloniales. Eran países que habían alcanzado un importante desarrollo industrial, y las colonias constituían una importante fuente de extracción de materias primas para la industria. Además, a ellas se exportaban productos manufacturados, es decir, actuaban como mercado de los países industrializados. Las potencias coloniales establecieron políticas neo-mercantilistas con sus colonias, lo que se tradujo en la implantación de un sistema proteccionista en las relaciones comerciales internacionales.

Las grandes potencias desarrollaron la teoría de que la grandeza de un país se medía en función del dominio territorial que tuviera fuera de sus fronteras. Así, el nacionalismo impulsó la competencia entre los países europeos por dominar la mayor cantidad de territorios en África y Asia, o para recuperar territorios perdidos en guerras pasadas, como era el caso de Francia respecto de Alsacia y Lorena, entregados a Alemania después de la Guerra franco-prusiana de 1870.

Pero el Nacionalismo también operó como causante de la guerra en otro sentido, ya que al comenzar el siglo XX, el ideal nacionalista de que cada nación formara un Estado independiente no se había concretado. En Europa existían tres imperios multinacionales: Rusia, Turquía y Austria- Hungría. Este último albergaba bajo sus fronteras a checos, italianos, serbios, croatas, rumanos y eslovacos, entre otras nacionalidades; cada uno de ellos con sus propias tradiciones culturales. Entonces, en la medida en que los intereses de estas naciones no eran satisfechas, o se enfrentaban con los intereses de otras naciones en una misma zona, como ocurrió en los Balcanes, las posibilidades de que estallara un conflicto armado eran altísimas.

FORJAMIENTO DE ALIANZAS Y PAZ ARMADA

Las rivalidades surgidas en Europa, producto del Imperialismo y del Nacionalismo, llevaron a la creación de sistemas de alianzas entre las naciones europeas. De esta forma surgió la Triple Alianza, formada por Alemania, Austria-Hungría e Italia; y la Triple Entente, conformada por Francia, Rusia y Gran Bretaña. Una vez finalizada la Guerra franco-prusiana en 1871, Europa ingresa en una fase de paz relativa. Aún así, las potencias europeas comenzaron a prepararse para una futura guerra, desarrollando una carrera armamentista. Este período fue conocido como Paz Armada.

LA TENSION EN LOS BALCANES

Ya en el siglo XIX, los Balcanes se habían convertido en un área especialmente conflictiva, donde se vivían presiones expansionistas ante la debilidad militar e inminente desmembración del Imperio turco. El Imperio austro-húngaro y Alemania, por un lado, y Rusia, por otro, intentaban controlar esta estratégica zona con salida al Mediterráneo. Convivían allí pueblos diferenciados por su origen, lengua, religión y tradición, lo cual hacía difícil el surgimiento de un Estado-nación unificado en la región.

 EL ATENTADO CONTRA EL ARCHIDUQUE FRANCISCO FERNANDO

La muerte del heredero del trono del Imperio austro-húngaro en Sarajevo, fue el hecho que precipitó los acontecimientos.

Los asesinos pertenecían a una organización nacionalista de la joven Bosnia, denominada la “Mano Negra”, que contaba entre sus miembros a oficiales de la policía y del ejército serbio. El gobierno austro-húngaro acusó al serbio de proteger a los grupos nacionalistas, autores del atentado. Rusia intervino en defensa de los serbios y la tensión hizo que el sistema de alianzas se pusiera en movimiento. Entre el 28 de julio y el 4 de agosto de 1914, las grandes potencias europeas se declararon la guerra.

 

 

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Inventos y avances tecnológicos del siglo XIX y principios del XX

Inventos importantes del Siglo XIX

AÑO INVENTO INVENTOR
1804 LOCOMOTORA RICHARD TREVITHICK
1826 FOTOGRAFÍA NICÉPHORE NIEPCE
1846 ANESTESIA WILLIAM MORTON
1846 MÁQUINA DE COSER ELÍAS HOWE
1851 ASCENSOR ELISHA OTIS GRAVE
1854 LÁMPARA INCANDESCENTE HEINRICH GÖBEL
1854 TELÉFONO ANTONIO MEUCCI
1859 SUBMARINO NARCISO MONTURIOL
1861 BICICLETA PIERRE MICHAUX
1863 DIRIGIBLE SOLOMON ANDREWS
1866 TERMÓMETRO CLÍNICO THOMAS CLIFFORD ALLBUTT
1872 MÁQUINA DE ESCRIBIR CHRISTOPHER SHOLES
1878 FONÓGRAFO THOMAS ALVA EDISON
1884 PASTILLA DE JABÓN WILLIAM HESKETH LEVER
1885 AUTOMÓVIL KARL BENZ
1886 COCA-COLA JOHN PENBERTON
1888 GRAMÓFONO EMILE BERLINER
1890 AVIÓN CLÉMENT ADER
1894 CINEMATÓGRAFO HERMANOS LUMIÈRE
1899 ASPIRINA FÉLIX HOFFMAN

Inventos importantes del Siglo XX

AÑO INVENTO INVENTOR
1911 CELOFÁN JACQUES E. BRANDENBERGER
1923 AUTOGIRO JUAN DE LA CIERVA
1924 TELEVISIÓN JOHN LOGIE BAIRD
1927 AEROSOL ERIK ROTHEIM
1928 PENICILINA ALEXANDER FLEMING
1931 MICROSCOPIO ELECTRÓNICO MAX KNOLL – ERNST RUSKA
1935 RADAR ROBERT WATSON-WATT
1935 NAILON WALLACE CAROTHERS
1938 BOLÍGRAFO GEORGE Y LADISLAO BIRO
1946 ORDENADOR ELECTRÓNICO DIGITAL JOHN PRESPER ECKERT, JOHN W. MAUCHLY

FUENTE: https://www.infolaso.com/ciencia1/45-inventos/930-inventos-importantes-del-siglo-xx.html

 

Los Juicios de Nuremberg

Serie de juicios celebrados en Nuremberg, Alemania, en 1945-1946, en los que antiguos líderes nazis fueron acusados y juzgados como criminales de guerra por un Tribunal Militar Internacional. La acusación a la que debieron responder se basaba en cuatro cargos:  (1) crímenes contra la paz (planear, instigar y librar guerras de agresión violando los acuerdos y tratados internacionales); (2) crímenes contra la humanidad (exterminio, deportaciones y genocidio); (3) crímenes de guerra (violación de las leyes de guerra), y (4) «haber planeado y conspirado para cometer» los actos criminales anteriormente mencionados.

La autoridad del Tribunal Militar Internacional emanaba del Acuerdo de Londres de 8 de agosto de 1945. Ese día, representantes de los EE.UU., Gran Bretaña, la URSS y el gobierno provisional de Francia acordaron la constitución de un tribunal que juzgara a los más importantes criminales de guerra del Eje. Posteriormente, 19 países aceptaron el acuerdo.

El tribunal estaba formado por un miembro de los cuatro países signatarios. La primera sesión tuvo lugar en Berlín el 18 de octubre de 1945. Tras 216 sesiones, el 1 de octubre de 1946 emitió el veredicto: tres acusados fueron absueltos (Hjalmar Schacht, Franz von Papen y Hans Fritzsche), cuatro fueron condenados a penas de entre 10 y 20 años de cárcel (Karl Dönitz , Baldur von Schirach, Albert Speer y Konstantin von Neurath), tres fueron condenados a cadena perpetua (Rudolf Hess, Walther Funk  y  Erich Raeder) y, finalmente, 12 fueron condenados a muerte. Diez de ellos fueron ahorcados el 16 de octubre de 1946 (Hans Frank , Wilhelm Frick , Julius Streicher, Alfred Rosenberg, Ernst Kaltenbrunner , Joachim von Ribbentrop, Fritz Sauckel, Alfred Jodl , Wilhelm Keitel y  Arthur Seyss-Inquart), Martin Bormann fue condenado «in absentia» y Herman Goering se suicidó en su celda antes de la ejecución.

Fuente:

http://www.historiasiglo20.org/GLOS/nuremberg.htm