El terremoto de Aiquile, Totora y Mizque

Magnitud 6.6 en escala de Richter

A las 12.36 de la madrugada del viernes 22 de mayo se produjo un colosal movimiento de rocas en la corteza terrestre, 40 kilómetros bajo la superficie de la región sur del departamento de Cochabamba, con epicentro 50 kilómetros al nor-oeste de Aiquile, entre las localidades de Chujllas y Totora.

El hecho, generado por el choque interior de placas tectónicas, liberó dentro de la tierra más energía que las producidas por 10 mil bombas atómicas como las lanzadas en la segunda guerra mundial, provocando fisuras en la tierra de hasta 1.75 metros de profundidad. El primer sismo tuvo una magnitud de 5.9 grados de la escala de Richter. 13 minutos más tarde, a las 12.49, la tierra volvió a temblar, esta vez con un terremoto de 6.6 grados, el más fuerte de la historia boliviana.

En los municipios de Aiquile y Totora, del Valle Alto cochabambino, donde unas 40.000 personas se encontraban descansando en sus casas, el sismo provocó muerte y desolación. Los movimientos telúricos produjeron, en medio de la noche, la muerte inmediata de unas 60 personas. Otras cinco morirían en las siguientes horas a causa de sus heridas o por falta de atención. 49 personas resultaron heridas, aunque decenas más sufrieron contusiones.

La localidad más afectada fue Aiquile, que, antes de la tragedia, tenía 1.130 casas, de las que 520 resultaron destruidas por el sismo y luego derribadas completamente por tractores y retroexcavadoras. Mizque también sintió el temblor. Un 90 por ciento de sus casas fue dañado, con un tercio del total que debe ser derribado.

El Presidente boliviano, general Hugo Banzer Suárez, tuvo el primer parte del terremoto en la madrugada, cuando lo despertó una llamada de su Ministro de Defensa, Fernando Kieffer. En ese momento, sin embargo, no se conocía todavía la real magnitud de la tragedia. Unas horas más tarde, el Presidente suspendió la reunión de gabinete prevista para ese día y anunció que viajaría a Aiquile. Entonces se sabía solamente de la existencia de dos muertos; Banzer, sin embargo, temía que el desastre fuera mayor. Antes de partir, Banzer anunció a las autoridades de Chuquisaca que no viajaría para participar en los actos de homenaje a la efeméride departamental, considerando la emergencia.

En Sucre, el prefecto y el alcalde, en una reunión de evaluación, decidieron suspender las celebraciones. El 25 de mayo, tres días después de la tragedia, y a 189 años del primer grito libertario de América, los sucrenses asistieron sólo a una misa, en la que rezaron por los muertos del terremoto. Antes que ellos, la embajadora argentina había suspendido a última hora un cóctel que debía realizarse en homenaje a la independencia de su país. Los cinco mil dólares que pensaba gastar en el agasajo fueron enviados a Defensa Civil.

No pensó lo mismo la asociación de conjuntos folclóricos de la entrada del Gran Poder. Pese a los pedidos de la población para que la fiesta sea suspendida hasta el próximo año, sus organizadores sólo la pospusieron hasta el 4 de julio próximo.

Banzer sobrevoló el viernes la zona afectada en helicóptero, acompañado por Kieffer y el Prefecto de Cochabamba, Johnny Ferrel. También recorrió las calles de Aiquile, con el rostro afectado por la impresión. Ayudó a algunos de los damnificados y prometió más apoyo. Para entonces ya se sabía que los fallecidos sobrepasaban el medio centenar. Esa tarde, al retornar a La Paz, convocó a todos sus ministros para el día siguiente.

La ayuda empezó a llegar a las zonas afectadas la misma mañana del viernes. 17 aviones, 60 paracaidistas y decenas de soldados, policías, médicos, enfermeros y diverso personal de apoyo se dirigieron a las localidades damnificadas, especialmente Aiquile.

Toda la zona seguía temblando, lo que provocó temor e inseguridad. 1.200 réplicas se sintieron en los primeros días, diez de las cuales superaron los 5.0 grados en la escala de Richter.

El sábado 23, el Presidente y sus ministros aprobaron la declaratoria de “zona de desastre” a las provincias Carrasco (capital Totora), Campero (capital Aiquile) y Mizque (capital Mizque) y duelo nacional de tres días. El Ministro de Hacienda, Edgar Millares, les informó a sus colegas que se habían dispuesto 30 millones de bolivianos de uso inmediato para los damnificados, tomados de la partida “gastos de emergencia” del Presupuesto General de la Nación.

El Presidente anunció que al día siguiente participaría en una misa de campaña en Aiquile y que consideraba importante que sus ministros fueran con él. Y mientras el Jefe de Estado y su gabinete recibían en La Paz el informe pormenorizado de la situación en Aiquile y Totora por parte del ministro Kieffer, los aiquileños enterraban a sus muertos. Algunos usaron las veredas para velar a sus seres queridos, mientras otros prefirieron los salones de una de las escuelas de la localidad. Obviamente, nunca se habían producido en el cementerio tantas Inhumaciones en un día. 41 cuerpos fueron sepultados ante la congoja de sus familiares y amigos. Si no hubiera sido por el envío de ataúdes, éstos hubieran faltado en el pueblo. Justamente, el avión CP607 de la FAB, un DC-3 del año 42, con diez personas a bordo y llevando féretros, se salió de la pista de Aiquile en el momento de aterrizar y chocó contra unos matorrales, causando temor a sus ocupantes, aunque ningún daño personal. No sería el único accidente. El lunes 25, un Cessna sufrió el freno imprevisto del tren delantero, lo que provocó el vuelco del avión pero ninguna lesión a sus dos ocupantes.

El Presidente peruano, Alberto Fujimori, llegó el sábado 23 en la noche a Cochabamba, donde se reunió con su colega boliviano. Fujimori trajo consigo un helicóptero -que donó al país- con 1.8 toneladas de vituallas y víveres, y un contingente de 30 periodistas, para que documenten los acontecimientos.

Ambos presidentes viajaron a Aiquile el domingo. A la misa anunciada por Banzer se sumaba el mandatario peruano. “Vamos a reconstruir Aiquile”, les dijo Fujimori a los entristecidos pobladores de Aiquile. “Mi país tiene experiencia en este tipo de situaciones y no los dejaremos solos”. Junto a su colega boliviano y a todos los ministros del gabinete participó de la misa, para luego recorrer las calles e involucrarse en la organización de la ayuda. Banzer anunció que el gobierno daría todo su respaldo para reconstruir el pueblo.

Fuente. Terremoto. La noche más larga. Reportaje de Raul Peñaranda U.

La Revolución francesa

Portapapeles01

A finales del siglo XVIII, Francia era la monarquía más poderosa de Europa. Su economía progresaba y tenía una enorme influencia política, diplomática y cultural en el resto del continente. Luis XIV había tenido éxito en poner límite a las ambiciones de la aristocracia y logró un manejo más racionalizado del gobierno. Sin embargo, su hijo, Luis XV, era menos competente y durante su reinado y el de su sucesor, Luis XVI, la aristocracia monopolizó los altos cargos en la administración y la Iglesia.

Su presencia frenó los proyectos de reformas administrativas y económicas que podrían haber vulnerado sus privilegios, pero que eran necesarios para el desarrollo del comercio y la agricultura.

-Los Parlamentos retomaron el rol que habían perdido durante el gobierno de Luis XIV y se perpetuaron como el medio de expresión de las aspiraciones de la aristocracia, debilitando con ello el poder de la monarquía.

-La aristocracia se obstinaba en defender sus prerrogativas. La nobleza se había empobrecido, aun cuando una pequeña parte era extremadamente rica. En conformidad, sus privilegios, tales como el cobro de impuestos o el derecho a ocupar un cargo en la administración, le permitían sobrevivir económicamente.

-La burguesía reclamaba una mejor organización de la administración y una política económica que destrabara el progreso del comercio y la industria. Junto con los campesinos, aspiraban a una reducción del número de impuestos y a una racionalización del sistema fiscal.

Tanto Luis XV, como su hijo, Luis XVI, nombraron buenos ministros que, contagiados con las ideas de la Ilustración, propusieron políticas cuyo objetivo era modernizar el Estado. Sin embargo, la aristocracia se opuso y trabó dichas medidas, despertando la indignación de la burguesía. Un buen ejemplo es lo sucedido con Turgot, ministro de Luis XVI, que impulsó una serie de reformas dirigidas a la modernización del Estado:

-Explotar más eficazmente la tierra.

-Liberalizar el comercio.

-Mejorar la eficiencia de la administración.

-Poner fin a las trabas e iniquidades sociales que obstaculizaban el desarrollo de Francia.

-Una política fiscal más racional e igualitaria.

Sus medidas se enfrentaron a la tenaz oposición de la aristocracia y Luis XVI consintió en apartarlo del gobierno. Su salida demostró que la nobleza nunca permitiría las reformas a las que aspiraba la burguesía.

En el ámbito social, el sistema político y las divisiones de clases habían tendido a hacerse más nítidas y difíciles de traspasar. Para la burguesía era cada vez más difícil satisfacer sus aspiraciones de ascenso social. Aun cuando el dinero tenía gran importancia en la definición de las relaciones sociales, la nobleza continuó despreciando a la burguesía, más allá de su poder económico.

El estallido de los acontecimientos

En 1778 se inició en Francia una crisis económica que llevó a la miseria a las clases más populares e implicó una fuerte recesión para agricultores, comerciantes e industriales. En 1788 y 1789 la crisis se acentuó, provocando la indigencia del pueblo en las ciudades y en los campos y perjudicando, al mismo tiempo, los intereses de la burguesía. Los grupos populares y medios se unieron en su descontento contra el gobierno y exigieron disposiciones eficientes para dar solución a la crisis.

Portapapeles01

El malestar general llegó a la irritación cuando la corona se declaró en bancarrota, a causa de su participación en la guerra de Independencia de Estados Unidos en contra de Gran Bretaña.

El rey se vio obligado a convocar a los Estados Generales, vale decir, una asamblea que convocaba la monarquía y en la cual participaban el clero, la nobleza y el Tercer Estado o Estado Llano. La reunión despertó una gran expectación. La aristocracia vio una oportunidad para recuperar parte de sus privilegios a cambio de su apoyo al monarca. Por su parte, la burguesía vislumbró la ocasión de realizar una reforma constitucional para remplazar el voto por estamento, por un voto individual de cada representante. Los delegados del Tercer Estado, conscientes de que su propuesta no tendría acogida, se separaron de los Estados Generales y convocaron una Asamblea Nacional para proponer una nueva constitución.

Las pretensiones de la burguesía amenazaban directamente el poder absoluto del rey, quien optó por ponerse del lado de la aristocracia y disolver la Asamblea Nacional. Sin embargo, esta fue defendida por el pueblo y los campesinos, quienes, con la toma de Bastilla el 14 de julio de 1789, dieron inicio a la Revolución francesa. La revolución se extendió a lo largo del país, transformando la monarquía absoluta, en un primer momento, en una monarquía constitucional.

Luego, la monarquía fue definitivamente abolida junto a los privilegios feudales de la aristocracia, proclamándose la República.

Las ideas de la Ilustración dieron una base filosófica e ideológica a las aspiraciones de la burguesía y del pueblo, que ya no se limitaron a pedir una participación en el sistema existente, sino un cambio de sistema. Lucharon por liberarse del poder opresor de la monarquía y la nobleza, estableciendo un nuevo orden constitucional que garantizara su participación efectiva en el gobierno.

Legado de la Revolución francesa

-Se inició un período en que el pueblo y la burguesía de muchos países del mundo lucharon por establecer gobiernos que representaran a todos los ciudadanos y que estuviesen regidos por una constitución. Con ella comenzó el fin de la sociedad aristocrática.

-Cambió la concepción que se tenía hasta ese momento de la sociedad y las relaciones entre los seres humanos. El poder ya no emanaba de Dios, sino de la nación francesa, constituida por el pueblo francés.

-La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano estableció, por primera vez, en un documento oficial, que todos los seres humanos son iguales y que los gobiernos no son patrimonio exclusivo de algunos, sino que deben velar por el bienestar y la felicidad de todos sus ciudadanos.

-Sirvió de modelo a todos los levantamientos que le siguieron en Europa y América. Muchas de sus enseñanzas fueron asimiladas por las distintas corrientes políticas e ideológicas contemporáneas. Para los partidarios de la revolución en otros países, los acontecimientos en Francia fueron la primera etapa del triunfo universal de la libertad.

La Revolución francesa despertó el temor de las monarquías a la insurrección en el resto de Europa. Los gobiernos de Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia decidieron intervenir en Francia, presumiendo que este era el primer paso de un gran movimiento antimonárquico a escala continental. En 1792 se inició un largo período de guerra entre las monarquías europeas y la primera república francesa, que se inició con la declaración de guerra por parte de Francia y culminó con la caída de Napoleón en 1815 y el reestablecimiento de la monarquía. Pese a este paso atrás, el gobierno monárquico estaba en sus momentos finales.

Pese al importante legado que dejó la Revolución francesa, a las ideas de democracia e igualdad les quedaba un largo camino por recorrer. Por un lado, debían luchar con las antiguas tradiciones. Por otro, la burguesía europea bogaba en primer lugar a favor de sus propios intereses, y no los del pueblo, de las mujeres ni de las personas de otras etnias. El concepto de ciudadano con pleno derecho continuó estando limitado a los varones europeos e incluso a la posesión de alguna renta o propiedad. Todavía faltaba mucho para que los obreros, los campesinos, las mujeres y las personas de todas las razas fueran considerados iguales.

FUENTE: Historia y Ciencia Sociales. 3ro Medio

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789)

La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789, inspirada en la Declaración de Independencia estadounidense de 1776 y en los pricipios filosófico-políticos que se propagaban durante el siglo XVIII, marca el fin del Antiguo Régimen y el principio de una nueva era. Esta Declaración se suma a los decretos del 4 y el 11 de agosto de 1789 sobre la supresión de los derechos feudales, uno de los textos fundamentales votados por la Asamblea nacional constituyente, la cual fue formada tras la reunión de los Estados Generales durante la Revolución Francesa.

El principio de base de la Declaración fue adoptado antes del 14 de julio de 1789 y dio lugar a la elaboración de numerosos proyectos. Tras largos debates, los diputados votaron el texto final el día 26 de agosto. El Rey Luis XVI la ratificó el 5 de octubre, bajo presión de la Asamblea y el pueblo. Sirvió de preámbulo a la primera constitución de la Revolución Francesa, aprobada en 1791.

Adoptada por la Asamblea Constituyente francesa del 20 al 26 de agosto de 1789, aceptada por el Rey de Francia el 5 de octubre de 1789.

Los representantes del pueblo francés, que han formado una Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, la negligencia o el desprecio de los derechos humanos son las únicas causas de calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne estos derechos naturales, imprescriptibles e inalienables; para que, estando esta declaración continuamente presente en la mente de los miembros de la corporación social, puedan mostrarse siempre atentos a sus derechos y a sus deberes; para que los actos de los poderes legislativo y ejecutivo del gobierno, pudiendo ser confrontados en todo momento para los fines de las instituciones políticas, puedan ser más respetados, y también para que las aspiraciones futuras de los ciudadanos, al ser dirigidas por principios sencillos e incontestables, puedan tender siempre a mantener la Constitución y la felicidad general.

Por estas razones, la Asamblea Nacional, en presencia del Ser Supremo y con la esperanza de su bendición y favor, reconoce y declara los siguientes sagrados derechos del hombre y del ciudadano:

I. Los hombres han nacido, y continúan siendo, libres e iguales en cuanto a sus derechos. Por lo tanto, las distinciones civiles sólo podrán fundarse en la utilidad pública.

II. La finalidad de todas las asociaciones políticas es la protección de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre; y esos derechos son libertad, propiedad, seguridad y resistencia a la opresión.

III. La nación es esencialmente la fuente de toda soberanía; ningún individuo ni ninguna corporación pueden ser revestidos de autoridad alguna que no emane directamente de ella.

IV. La libertad política consiste en poder hacer todo aquéllo que no cause perjuicio a los demás. El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros límites que los necesarios para garantizar a cualquier otro hombre el libre ejercicio de los mismos derechos; y estos límites sólo pueden ser determinados por la ley.

V. La ley sólo debe prohibir las acciones que son perjudiciales a la sociedad. Lo que no está prohibido por la ley no debe ser estorbado. Nadie debe verse obligado a aquello que la ley no ordena.

VI. La ley es expresión de la voluntad de la comunidad. Todos los ciudadanos tienen derecho a colaborar en su formación, sea personalmente, sea por medio de sus representantes. Debe ser igual para todos, sea para castigar o para premiar; y siendo todos iguales ante ella, todos son igualmente elegibles para todos los honores, colocaciones y empleos, conforme a sus distintas capacidades, sin ninguna otra distinción que la creada por sus virtudes y conocimientos.

VII. Ningún hombre puede ser acusado, arrestado y mantenido en confinamiento, excepto en los casos determinados por la ley, y de acuerdo con las formas por ésta prescritas. Todo aquél que promueva, solicite, ejecute o haga que sean ejecutadas órdenes arbitrarias, debe ser castigado, y todo ciudadano requerido o aprehendido por virtud de la ley debe obedecer inmediatamente, y se hace culpable si ofrece resistencia.

VIII. La ley no debe imponer otras penas que aquéllas que son evidentemente necesarias; y nadie debe ser castigado sino en virtud de una ley promulgada con anterioridad a la ofensa y legalmente aplicada.

IX. Todo hombre es considerado inocente hasta que ha sido convicto. Por lo tanto, siempre que su detención se haga indispensable, se ha de evitar por la ley cualquier rigor mayor del indispensable para asegurar su persona.

X. Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus ideas religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden público establecido por la ley.

XI. Puesto que la comunicación sin trabas de los pensamientos y opiniones es uno de los más valiosos derechos del hombre, todo ciudadano puede hablar, escribir y publicar libremente, teniendo en cuenta que es responsable de los abusos de esta libertad en los casos determinados por la ley.

XII. Siendo necesaria una fuerza pública para dar protección a los derechos del hombre y del ciudadano, se constituirá esta fuerza en beneficio de la comunidad, y no para el provecho particular de las personas por quienes está constituida.

XIII. Siendo necesaria, para sostener la fuerza pública y subvenir a los demás gastos del gobierno, una contribución común, ésta debe ser distribuida equitativamente entre los miembros de la comunidad, de acuerdo con sus facultades.

XIV. Todo ciudadano tiene derecho, ya por sí mismo o por su representante, a emitir voto libremente para determinar la necesidad de las contribuciones públicas, su adjudicación y su cuantía, modo de amillaramiento y duración.

XV. Toda comunidad tiene derecho a pedir a todos sus agentes cuentas de su conducta.

XVI. Toda comunidad en la que no esté estipulada la separación de poderes y la seguridad de derechos necesita una Constitución.

XVII. Siendo inviolable y sagrado el derecho de propiedad, nadie deberá ser privado de él, excepto en los casos de necesidad pública evidente, legalmente comprobada, y en condiciones de una indemnización previa y justa.

FUENTE:

https://democraciaparticipativa.net/documentos-data-a-referenda/documentos-en-espanol/documentos-sobre-derechos-humanos/10371-declaracion-de-los-derechos-del-hombre-y-del-ciudadano-1789.html

 

La Paz de Versalles

La paz con Alemania es finalmente concluida por medio del Tratado de Versalles. Se establece en él que Alemania devolverá a Francia los territorios de Alsacia-Lorena, cederá a Bélgica dos cantones fronterizos, a Polonia la Poznania y un territorio de población polaca destinado a formar una especie de “corredor” que permita a Polonia el acceso al mar. Por plebiscitos entre la población, se decidiría la suerte de la Alta Silesia y del territorio de Schleswig del Norte, en la frontera con Dinamarca.

Todas las colonias alemanas habían sido ocupadas por los ejércitos aliados. Las potencias de la Entente se las repartirán. Inglaterra recibe la zona oriental de Africa, la Unión Sudafricana y el sudoeste africano; Bélgica, el territorio de Ruanda Urundi. Francia e Inglaterra se reparten el Camerún y Togo. Las colonias alemanas del Pacífico se dividen entre Australia y Japón.

Esta paz, evidentemente dura para Alemania, agregó indem­nizaciones de guerra que no fueron directamente estipuladas, pero que en principio suponían la entrega de la flota mercante alemana y de abastecimientos de materias primas, fundamentalmente carbón. Para destruir el militarismo alemán, los aliados estable­cieron la abolición del servicio militar obligatorio en Alemania, la supresión de la aviación y de la artillería pesada y la limitación del ejército a la cifra de 100 000 hombres. Para salvaguardar la frontera francesa, se exigió la ocupación, por los ejércitos aliados, de la orilla izquierda del Rhin durante 15 años, suponiéndose una evacuación progresiva cada cinco. Ambas márgenes del Rhin serían desmilitarizadas; las minas del Sarre pasarían a Francia.

Los términos de la paz con Alemania son explicables si se tienen en cuenta los intereses de cada potencia vencedora. Francia estaba apremiada por dos problemas básicos: por un lado, la reconstrucción de su economía; por otro, la seguridad de su territorio. La guerra se había desarrollado fundamentalmente en territorio francés, devastándolo casi completamente y dando a los franceses la convicción de que habían afrontado el conflicto prácticamente solos, gracias a su esfuerzo militar. Era esencial asegurar garantías territoriales y diplomáticas que afirmaran la obtención de ambos fines, económicos y políticos.

Por otra parte, Gran Bretaña, aunque cuidadosa de no dar ocasión a que se formara una potencia hegemónica en la Europa continental, sólo se interesaba en la medida en que su comercio pudiera ser restringido. No pretendía un parcelamiento de Alema­nia, que aumentaría el poder de Francia e impediría que los alemanes poseyeran la capacidad económica necesaria para com­prar a Inglaterra sus productos industriales. Tampoco veía conve­niente que se los dejara demasiado libres para establecer relaciones comerciales con Rusia y atraerlos hacia sus centros financieros.

Los Estados Unidos manifestaron su desinterés en cuanto a beneficios inmediatos económicos, territoriales o políticos. Sólo se empeñaron en evitar el resurgimiento del militarismo alemán, ase­gurando a Francia e Inglaterra una victoria que les permitiera llevar adelante sus vínculos económicos y financieros con América y que a la vez no otorgara ninguna ventaja a Rusia.

La Paz de Versalles trató de conciliar, en general, los intereses de los aliados y significó para Francia la posibilidad de lograr sus objetivos de reconstrucción y seguridad.

El tratado de Saint-Germain establecía las condiciones de paz con Austria; el de Trianón, con Hungría; el de Neuilly con Bulgaria y el de Sèvres con Turquía.

El 28 de abril de 1919, los aliados se pusieron de acuerdo sobre las bases de una Sociedad de Naciones.

La caída de tres grandes imperios europeos avivó la exaltación del sentimiento nacional de los diversos pueblos de la Europa Central. De acuerdo con los principios wilsonianos, los territorios que pertenecían a Austria-Hungría fueron divididos en siete Estados, de los cuales dos, Checoslovaquia y Polonia, eran nuevos. Las fronteras se establecieron penosamente entre una nacionalidad y otra. Así, se intentó separar a los alemanes de los magiares, a los italianos de los yugoeslavos, a los polacos de los checos. Austria se redujo a los Alpes orientales y a una pequeña región del valle del Danubio. Hungría quedó a su vez reducida a un territorio algo más grande que el de Austria, en la llanura del Danubio. Ambas naciones quedaban muy limitadas en territorio y población. La primera contaba con 80 mil km2 y 6 millones de habitantes, la segunda con 90 mil km2 y 8 millones de habitantes.

El nuevo Estado checoslovaco comprendía Bohemia, Moravia, Eslovaquia y Rutenia. Yugoeslavia comprendía, además del terri­torio serbio, Bosnia-Herzegovina, Eslovenia, Dalmacia y Croacia. Polonia recibía del imperio el territorio de Galitzia. Italia, a su vez, recibía el Trentino y el puerto de Trieste. Rumania se quedaba con el territorio húngaro de Transilvania, y Grecia con el búlgaro de Tracia. Los Estados que por la paz de Brest-Litovsk habían sido separados de Rusia -Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania— prosiguieron su vida independiente, actuando como “Estados tapones” para evitar la infiltración socialista en Occidente.

En el Cercano Oriente la desaparición del Imperio Otomano mantuvo para Turquía un pequeño territorio que rodeaba a Constantinopla; todas las regiones que conformaban el imperio se transformaron en Estados independientes como Arabia, o en protectorados administrados por Francia, como Siria, o por Gran Bretaña, como Palestina y Mesopotamia. Indudablemente, Gran Bretaña, con todos los territorios mencionados bajo su influencia, con su protectorado sobre Egipto y con el control de las rutas de Suez y de la India, aseguró su penetración marítima y terrestre hacia el Oriente, además de recursos petrolíferos muy importantes.

FUENTE:

GARCIA BOUZAS DE BRUNETTO, Raquel. La Primera Guerra Mundial

Germán Busch (1904-1939)

Busch es un hombre unido a la leyenda. Fue un valiente oficial en el Chaco. Temerario y heroico en decenas de episodios de la guerra. Impulsivo y de carácter cambiante. Ejerció liderazgo entre sus camaradas y dominó el escenario político boliviano desde 1936 hasta su trágica muerte.

Nació en San Javier (Santa Cruz) el 23 de marzo de 1904. Ingresó al colegio militar en 1922. Logró el grado de subteniente en 1929 y fue ayudante de órdenes del estado mayor general. Fue ascendido a teniente después de sus exploraciones por el Chaco antes de la guerra. En la contienda fue destinado al escuadrón 6to. de caballería. Fue ascendido a capitán por su valentía en varias acciones de la campaña. Participó en tres golpes de estado. En 1934 derrocó a Salamanca junto a otros jefes y oficiales. En 1936 derrocó a Tejada Sorzano y entregó el poder a Toro y en 1937 derrocó a Toro. Asumió la presidencia a los 33 años. En 1938 fue elegido Presidente constitucional por la asamblea constituyente y en 1939 se declaró dictador. Se suicidó siendo Presidente el 23 de agosto de 1939.

Fuente: https://www.educa.com.bo/1936-1952-viejo-orden/german-busch-1904-1939

 

Emilio Villanueva (1884-1970)

Villanueva es, sin duda, el arquitecto más destacado de Bolivia en la primera mitad del siglo XX. No sólo por su obra arquitectónica, sino porque es el padre del urbanismo contemporáneo y el creador de la primera facultad de arquitectura del país en la universidad de La Paz. Estilísticamente Villanueva pasó por el academicismo ortodoxo, la búsqueda de una arquitectura nacional y la adscripción final al racionalismo.

Nació en La Paz el 28 de noviembre de 1884. Estudió en Chile donde se tituló como ingeniero arquitecto. Realizó los más importantes edificios de La Paz entre 1915 y 1950. Fue concejal de La Paz, diseñó la avenida Mariscal Santa Cruz (1914) y el barrio de Miraflores (1927). Fue rector de la Universidad Mayor de San Andrés y ministro de Instrucción de Siles. Los edificios más destacados que proyectó son el Hospital General de La Paz (1916), la Alcaldía Paceña (1925) (probablemente el mejor edificio de estilo francés del país) y el Banco Central (1926). Pero su trabajo creativo culminó con el Estadio Hernando Siles (1930) y su obra maestra el Monoblock Central de la Universidad Mayor de San Andrés (1948), definido como neotiahuanacota, es un referente indiscutido de la arquitectura de inspiración nacionalista.

Como autor original y de gran personalidad, en un esquema racionalista de vigor propio, está Ivica F. Krsul, cuya obra básica es el Edificio Krsul (La Paz) de 1945. En la arquitectura neocolonial trabajó Mario del Carpió, autor del edificio de la CNSS (1948) y de la Casa de Rafael Qisbert de San Jorge en La Paz (1949).

Fuente:

https://www.educa.com.bo/cultura-1880-1952/emilio-villanueva-1884-1970


Más información en:

https://es.wikipedia.org/wiki/Emilio_Villanueva_Pe%C3%B1aranda